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Por Nelson Ferrer

Algo acaba de suceder en la Argentina. Justo el día en que se conmemoró el 172º aniversario de la Batalla de la Vuelta de Obligado, estipulado como el Día de la Soberanía, miles de trabajadores se reunieron en Luján, en el camping del combativo Sindicato de Farmacia, para participar del Encuentro de la Militancia por la Soberanía Nacional. Un hecho soslayado y ocultado por los medios de comunicación hegemónicos y mal interpretado por quienes no pudieron entender la trascendencia de lo que allí se gestó. Hasta el periodismo bien intencionado no vio otra cosa que un “rejunte” de dirigentes gremiales opositores al gobierno, reunidos para hacer catarsis y morigerar los golpes demoledores que la Derecha viene asestando a sus representados y al pueblo argentino en su conjunto. Craso error. Porque tras el Encuentro de Luján nada será igual. Hubo allí un acontecimiento histórico. Un hito que marcará un “antes y un después” en el devenir de la política nacional, que no se limita en sus efectos a la cuestión meramente sindical. Se encontraron, y se abrazaron, líderes de organizaciones y corrientes sindicales y sociales que hasta hace poco parecían irreconciliables. Algunos analistas se aventuraron a afirmar que, en esta oportunidad, Pablo Moyano logró reflotar el mítico Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA). Otros, que el evento había dado lugar a la fundación de la “”CGT – Luján”. Ni una cosa, ni la otra. Porque no fue un encuentro espontáneo. Tampoco fue un acto reflejo de aquellos a quienes “los une el espanto”. Fue, en todo caso, la consecuencia lógica de acciones bien fundadas y programadas por un sector del Movimiento Sindical curtido en las batallas que constituyen lo mejor de las tradiciones del movimiento obrero argentino. Un acontecimiento cualitativamente más importante que la fundación del MTA en 1994. Porque en Luján se constituyó, de hecho, una suerte de “Plenario Intersindical” más amplio que cualquiera de las organizaciones precedentes. Pretender que de este Encuentro surja otra Central obrera, buen favor le haría al gobierno neoliberal que asumió en 2015 con el hándicap de enfrentar a los trabajadores divididos en cuatro centrales y en siete corrientes sindicales. Es evidente que, en el espíritu de los participantes, nadie tiene la intención de seguir dividiendo y debilitando al movimiento nacional. Dicho esto, y para entender lo acontecido en Luján el 20 de noviembre, tenemos que remitirnos a su génesis. Debemos reconocer que, aunque relativamente nueva, la organización convocante fue la Corriente Federal de Trabajadores de la CGT. Esta corriente, que se constituyó formalmente en agosto de 2016, está integrada por tres vertientes sindicales caracterizadas por sólidas señas identitarias y por derroteros históricos que las hermanan. Por un lado, están los sindicatos que responden al Núcleo del MTA, un espacio que se forjó en la resistencia al neoliberalismo en los años 90 del pasado siglo y que se mantuvo activo a pesar de la decisión inconsulta de alguno de los líderes del MTA de desintegrar el Movimiento en 2004. Este Núcleo se ha caracterizado por su combatividad, por su coherencia, por su programa  nacional y por su independencia de clase frente a los gobiernos de turno. Es, como suelen denominarlo, “la reserva moral” del movimiento obrero. El Núcleo del MTA nunca tuvo por objeto constituir una Central por afuera de la CGT. Su principal referente es Horacio Ghilini, dirigente del Sindicato de Docentes Privados. Además del SADOP, integran este espacio, el SATSAID (Televisión); la ADEF (Farmacia); la UOMA (Molineros); el SUP (Publicidad); la FATIDA (Gráficos del interior); la CEA (Confederación de Educadores Argentinos), SITRAJU (Judiciales); UOM de San Justo (Metalúrgicos); FATPREN (Trabajadores de Prensa); SECASFPI (Trabajadores de ANSES); APSEE (Energía); Telefónicos, entre otros. Otra de las vertientes de la Corriente Federal de Trabajadores de la CGT, es la Corriente Sindical Federal. Un grupo de sindicatos liderados por la Federación  Gráfica Bonaerense, con mucha influencia en las Regionales de la CGT del interior del país. Su referente indiscutido es Héctor “Gringo” Amichetti, Secretario General de la FGB. Este sector se identifica especialmente con la histórica CGT de los Argentinos, liderada por Raimundo Ongaro. La tercera vertiente está representada por la Asociación Bancaria, el poderoso sindicato de los empleados bancarios, liderado por Sergio Palazzo. La Bancaria, gremio de gran trayectoria, fue de los primeros en plantarse firmemente contra las políticas regresivas implementadas por el presidente Macri cuando inició su mandato. Las luchas obreras desencadenadas a principios de 2016 en respuesta a las mismas, encontró en la calle, a cielo abierto y casi cotidianamente, a los militantes de los sindicatos de las tres vertientes. Luego, sólo bastó matrizar la unidad y presentar en sociedad a esta nueva Corriente Federal de Trabajadores de la CGT, hecho que se produjo en agosto de 2016 en el Micro Estadio de Ferro. A partir de entonces, todos los trabajadores reconocieron a esta organización como una verdadera representación de los intereses nacionales y populares. Una entidad combativa, solidaria y unitaria que se dispuso desde un principio a tejer alianzas con otras organizaciones sociales para resistir los embates neoliberales. Con un Programa Nacional sintetizado en 27 Puntos, inspirados en los Programas de La Falda, Huerta Grande, 1º de Mayo de 1968 de la CGT de los Argentinos, los 26 Puntos de la CGT de Ubaldini y el Programa del MTA, la CFT enarboló la unidad en base a principios históricos del movimiento obrero argentino. Consolidada como organización en apenas un año de lucha, la CFT dejó al descubierto todas las concesiones que los principales dirigentes de la CGT dieron al gobierno de los ricos, dando la espalda a los trabajadores y a los más humildes de la sociedad. Esta ausencia de representatividad por parte de los dirigentes de la CGT, denunciada por la Corriente Federal en el Congreso de la Central, como en el Confederal, ha deslegitimado las negociaciones y los acuerdos que el triunvirato ha realizado con el gobierno. Por otra parte, el clamor popular por ponerle límites a la voracidad oligárquica convocando un Paro Nacional que la CGT viene postergando indefinidamente, ha determinado que otras centrales sindicales, como las dos CTA y un grupo de gremios de la CGT liderados por Pablo Moyano, aceptaran participar del Encuentro de Luján convocado por la Corriente Federal para consensuar un enérgico Plan de Acción. Palazzo, Ghilini, Amichetti, Yasky, Micheli y Moyano, serán los conductores.

Ahora, resulta harto evidente que tras el éxito del 20 de noviembre, ha nacido un Frente Sindical y Social que, aún sin tener un nombre, evidencia la gestación de “una masa crítica” que está en condiciones de resistir eficazmente las políticas regresivas del actual gobierno y de avanzar en la construcción de una fuerza motriz sobre la que se sustente un nuevo bloque político Nacional y Popular. Entonces, como en otros momentos trágicos de la historia argentina, en los que la clase política no ha estado a la altura de las circunstancias, será nuevamente el Movimiento Sindical quien fije la última frontera, el límite inexpugnable para quienes pretendan devolvernos a la miseria de la dependencia y la injusticia social que las clases dominantes enarbolan como su única bandera.